La vejez supone, inevitablemente, cambios y repercusiones en nuestra piel. Sin embargo, podemos prevenir y aliviar multitud de enfermedades dérmicas comunes durante esta etapa.
A pesar de que conocemos la importancia que tiene la piel a lo largo de nuestra vida, en muchas ocasiones no le prestamos la suficiente atención y los cuidados que necesita y muchas veces la obviamos a pesar de que sabemos que algo comienza a ir mal con ella.
Con los años, cualquier tipo de piel empieza a sufrir los efectos de estar expuesta a multitud de factores ambientales como los marcadores genéticos, la humedad, el polvo, la luz solar, la contaminación, el ataque de los radicales libres… e inevitablemente nos vemos abocados a un envejecimiento dermatológico lento pero ininterrumpido desde el momento en el que nacemos.
Además, con el paso de los años nuestro sistema inmunológico se va debilitando lentamente, por lo que la piel pierde su resistencia de forma progresiva, de forma que estamos más expuestos a sufrir afecciones dérmicas.
Los expertos afirman que a partir de los 60 años nuestra epidermis adelgaza una media de un 15%, perdemos elasticidad y flexibilidad y producimos más grasa, además de una pérdida de capacidad sensorial. Este tipo de manifestaciones aumentan más cuando sufrimos una enfermedad crónica.
Sin embargo, existen multitud de cosas que podemos hacer para cuidar nuestra piel y llegar a la tercera edad sin mayores problemas. Por ejemplo, los expertos afirman que las enfermedades más comunes de nuestra piel en la tercera edad son debidas a una exposición prolongada a la luz del sol, por lo que llevar gorra, gafas, sombrilla y los filtros adecuados nos pueden ayudar a protegernos de la luz solar y a evitar determinadas afecciones.
También es común la inflamación en las piernas, eccemas, dermatitis seborreicas y sequedad generalizada en la epidermis.
Pero sobre todo, uno de los problemas que suelen tener las personas de la tercera edad (a los que no les prestan suficiente atención) son las micosis y los callos en los pies, cuando deberíamos cuidarnos los pies cada vez más a medida que vamos cumpliendo años. La solución perfecta es acudir al podólogo y al dermatólogo con asiduidad, pues nos ofrecerán los tratamientos adecuados para proteger nuestros pies.
Los mejores consejos para cuidarnos la piel en una etapa como la vejez son mantener nuestra piel limpia utilizando jabones suaves y neutros, emplear cremas humectantes que nos hidraten lo suficiente y no utilizar calzado ni ropa incómoda ni ajustada.
Y a la mínima que veamos que tenemos un nuevo lunar o mancha, no debemos dudar y acudir a nuestro dermatólogo.