Consejos para desconectar (de verdad) en vacaciones

En muchas ocasiones hemos hablado de cómo los nervios y el estrés son malos compañeros de las enfermedades cutáneas. La ansiedad puede empeorar el estado de nuestra piel y por ello debemos procurar mantener la mente abierta y relajada, tanto para el bienestar cutáneo como para el mental.

Con la llegada de las vacaciones llega una oportunidad perfecta para poder desconectar de verdad y conseguir que el relax invada cada célula de nuestro cuerpo. Pero lo que no sabemos es que en vacaciones hay quien también se estresa.

Por exceso de planes, por tener unas expectativas muy altas de lo que se quiere hacer, por pasar ‘demasiado’ tiempo con la familia, por nerviosismo pensando qué estará pasando en la oficina…

Aunque parezca una locura, hay quien lo sufre. Para evitar que os ocurra esto, os vamos a dar unos consejos para desconectar de verdad y conseguir unas vacaciones de diez en las que el estrés sea expulsado de nuestra mente.

–          Si no queremos padecer por lo que ocurre en la oficina, recomendamos dejar todo atado y bien atado. Todas las llamadas hechas, mails enviados, proyectos cerrados y ultimados al milímetro. Esto quizás nos obligue a hacer un esfuerzo extra justo antes de comenzar a descansar, pero es conveniente para que podamos descansar sabiendo que nuestras tareas están hechas.

–          Si podemos elegir el destino de nuestras vacaciones, cuanto más tranquilo, recóndito, pequeño y bonito, mejor. Puede parecer una tontería, pero si somos propensos al estrés y ‘descansamos’ en una gran urbe, nos vamos a sentir nerviosos igualmente. Es preferible un lugar relajado, que invite a descansar, donde no haya ruido y donde podamos desconectar al 100%.

–          No comiences tus vacaciones con una lista interminable de cosas que hacer y personas a las que ver. Esto te estresará más que el propio trabajo. Sé realista y cuadra qué vas a poder hacer y qué no, sin más. Piensa que aunque luego se acaben las vacaciones, tendrás el fin de semana siguiente y otro y otro más para poder hacer cosas.

–          El portátil se queda en casa. Y la tablet, si la usamos para trabajar, también. Durante los paseos, el móvil no viene con nosotros. Ni a la piscina. Ni a la siesta. Una desconexión tecnológica nos sentará maravillosamente y aunque a veces hay que hacer un esfuerzo por desconectar a ese nivel, nuestra mente nos lo agradecerá.

–          Y si pudiéramos prescindir de horarios… mejor. ¿Hay que ir a la playa? Cuando nos levantemos vamos. ¿Hambre? Se come ya. ¿Un paseo por el puerto? Justo después de la siesta, ya te diré. Y así con todo. Liberar a la mente de cualquier agenda es relajante de forma inmediata.

–          Aprovecha para disfrutar de tu familia y tus amigos de verdad. Planes relajados, divertidos, sin hora de final, alrededor de una mesa, en contacto con la naturaleza… Hagamos cosas que normalmente no podamos hacer con ellos y creemos recuerdos bonitos e inolvidables del verano.

–          Es recomendable que un par de días antes de volver comiences a madrugar un poco más y a acostarte antes. Ayuda a tu cuerpo a volver a la rutina poco a poco, así la vuelta será más dura y no te estresarás tanto.